viernes, 21 de marzo de 2014

Del desamor y otros demonios



Y vendrán días aciagos;
el verde se agostará
en la canícula inmisericorde del desengaño,
y la existencia devendrá de nuevo
en un mero pasar la no vida,
prolongando un triste no morir.

Y cuando mires el mar
y no veas en él más que agua,
el cielo dejará de ser azul celeste,
ocluido por la sucia calina que ahoga el aire,
como un velo de plástico sucio
que te asfixia sin matarte.

Y el amarillo ya no será el color del sol,
sino el del fuego que todo lo arrasa
y que una vez extinguido
no deja más que negro a su paso,
mas no el negro de una noche cuajada de estrellas,
sino el de las insondables simas
de la más profunda desesperanza.

Ni el rojo será más el color de la pasión,
ni de las rosas rojas,
ni de la sangre viva,
ni de los labios encendidos
por el frenesí de los besos.

Y a esa sucesión de días ominosos
la seguiremos llamando vida,
pero no lo será,
porque la vida es luz,
es aire fresco,
es color,
es calor cuando hace frío afuera,
y es risa,
y llanto de emoción,
y rabia por las injusticias,
y hambre de amor.

Y sin amor
ni rabia
ni emoción
ni llanto
ni risa
ni calor
ni color
ni aire
ni luz,
no hay vida posible,
por mucho que sigas inspirando oxígeno
y exhalando dióxido de carbono,
porque respirar no es vivir
y para ser no basta con existir.

© JAVIER VALLS BORJA

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