Se
casó para que le calentaran la cama.
Tuvo
hijos para que le cuidaran en su vejez.
Siempre
odió al perro de la familia.
Su
mujer le abandonó.
Sus
hijos lo olvidaron.
El
perro fue el único que se quedó junto a él.
©texto JAVIER VALLS BORJA
junio 2012
©fotografía jlmaral (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons
Suele ser así pero la premisa era mala desde el principio. Sin embargo, no hay nada más fiel que un perro, es cierto
ResponderEliminarPremisa mala, pero muy habitual, por lo que veo a mi alrededor.
EliminarTiempo ha que no te saludaba, Anita. Un placer.
El tema es que a veces nos planteamos unas metas que no dependen de nosotros...Entonces no son objetivos reales...son ilusiones...son me gustaría que...y lo que no está en nuestra área de influencia...pues eso...
ResponderEliminarMuy bonito Javi!
Tiempodemariposas.wordpress.com
O que ni tan solo son metas, Ruth, sino un dejarse llevar por lo correcto, por lo que hay que hacer, y después pagamos caro el vivir unas vidas que no hemos elegido por nosotros mismos. Eso sí, un valor seguro, son los perros :)
EliminarGracias por pasarte por aquí.
Beso.