miércoles, 10 de agosto de 2011

Declaración de... intenciones



Te seré infiel más de una vez, atravesaremos dos crisis económicas importantes, me llevaré a matar con tu padre y aborreceré a tu madre, te avergonzaré en público en más de una ocasión, cuando cumpla los setenta desarrollaré un Alzheimer y olvidaré quién eres, intentaré eludir mis tareas domésticas cada vez que pueda, criticaré a tu hermano a la mínima oportunidad, muchas veces preferiré ver el partido con mis amigos antes que hacerte el amor, siempre que pueda evitaré acompañarte a comprar ropa, delegaré en ti la educación de los hijos que tengamos, por sistema consideraré más importantes mis cosas que las tuyas, en las comidas de Navidad con tu familia beberé más de la cuenta, cuando mis padres caigan enfermos habrás de cuidarlos tú, olvidaré casi siempre tus cumpleaños y la fecha de nuestro aniversario, pero te enviaré flores para compensar... ¿Quieres casarte conmigo?

Sí, quiero.

©texto JAVIER VALLS BORJA
agosto 2011

©fotografía nic snell (fuente google) publicada bajo una licencia Creative Commons

18 comentarios:

  1. Me encanta este texto... de verdad. En el apartado: «...delegaré en ti la educación de los hijos que tengamos...» yo añadiría: «...y criticaré destructivamente todo lo que hagas a este respecto...»
    Creo que más de una -y ahora, de uno- no ve que muchos hombres llevan esta declaración grabada a fuego con letras de molde en la frente. Las muy ingenuas se creen que todas esas aristas que ellos muestran ante cualquier mínima disputa... podrán limarlas con amor y convivencia. Hay hombres -y algunas mujeres, menos, pero las hay- que son destructivos y que no deberían formar pareja NUNCA. Deberían ser honestos consigo mismos y quedarse solos, porque no están preparados para dar algo que no sea una vida de mierda al que con ellos viva... Pero su egoísmo, su egocentrismo, su necesidad de un servidor/esclavo les impulsa a buscar a alguien que les bata la nata, alguien que les admire, que les laven los calzoncillos, les planchen las camisas, les den de comer y los recojan del suelo cuando se emborrachen... y se casan. Y amargan la vida de todo el que convive con ellos. Su pareja, sus hijos. Yo conocí a uno muy bien. Fue mi padre.
    Besos miles, amigo. Magnífico estreno de blog... no es ironía. ;)

    ResponderEliminar
  2. Yo estreno fachada de blog, que no contenidos ni amigos y tú, querida Lola, estrenas los comentarios de la nueva etapa, por llamarla de alguna manera, y con el espíritu constructivo/combativo/creativo que te caracteriza.

    Has captado la intención del relato desde la primera palabra, relato que, aunque pueda parecer obvio, no lo es tanto como a primera vista pudiera creerse, ya que puede tener cientos de lecturas aunque, me temo, una única conclusión, que es a la que tú has llegado: "Hay hombres -y algunas mujeres, menos, pero las hay- que son destructivos y que no deberían formar pareja NUNCA." ¿Por qué —me pregunto—, a pesar de todo lo que ya deberíamos saber, siguen formándose este tipo de parejas autodestructivas?

    Creo que el tipo de sociedad que entre todos, o hemos hecho, o ayudamos a mantener, es el que fomenta este tipo de relaciones. De todos es sabida la tendencia de las mujeres que han vivido en un entorno "maltratador", a buscar más de lo mismo. Podemos hacer extensivo esto mismo a los hombres que se han criado en un entorno "machocéntrico", los cuales siguen queriendo vivir como dios. No podemos negar que muchas veces la culpa es de las madres, que no permiten a su hijo varón hacer ninguna tarea "femenina", y que aconsejan a sus hijas que "aguanten", que lo hagan por los niños, que qué van a decir los vecinos o la familia.

    Este es uno de los argumentos más esgrimidos en la actualidad para involucrar a la mujer en la educación machista, que no hay duda que juega un papel esencial, pero —y como hombre me avergüenzo de ello—, ¿qué decir de los que se dejan querer? ¿qué decir de los que, aún a sabiendas de que estan jodiendo a otra persona —su mujer, su madre, su hermana—, de que se están aprovechando de ella, se apalancan en su trono de macho sin billete de vuelta? Total, con unas flores, arreglado. Tal vez aquí intervengan carencias de varios tipos que no voy a entrar a valorar, puesto que, aunque hice mis pinitos, no soy psicólogo, pero —y esto es una voz de alarma— sé, porque las conozco, que hay muchas familias de este tipo que siguen criando hijos que seguirán formando familias de este tipo.

    Socialmente tengo una visión bastante negativa, por lo que creo que esto se va a seguir dando durante mucho tiempo, pero estoy convencido de que la educación —perdón, la EDUCACIÓN— es lo único que va a poder solucionar este y otros tantos temas. Y cuando hablo de educación, lo hago pensando en los estamentos públicos, puesto que las familias van a seguir educando según los cánones que las han guiado a ellas.

    Lamento profundamente que hayas tenido que sufrir las consecuencias de una tan nefasta educación social. Tengo casos muy parecidos demasiado cercanos e imagino por lo que habrás pasado, pero no hemos de lamentarnos, asumamos nuestros papeles de PERSONAS comprometidas —nada de hombres y mujeres— y eduquemos a nuestros hijos en la convivencia y el respeto. De ahí surge todo lo demás.

    Beso enorme.

    PS. Sé que nunca ironizarías conmigo; no en serio.

    ResponderEliminar
  3. Ups, Lola, se me ha olvidado decirte lo que me ha gustado tu añadido: "...y criticaré destructivamente todo lo que hagas a este respecto..." Un 10.

    Con esto podéis ver todos los que paséis por aquí —que si ya sois pocos, ahora en vacaciones todavía sois menos— que esta entrada queda abierta a todo lo que queráis añadir.

    Atreveos, que no es más que un juego entre amigos.

    ResponderEliminar
  4. Javier: yo viví una infancia de mierda, con un padre machista y dominante, que al final cedió y «me dejó» estudiar... porque los recursos económicos eran cero -rozamos la pobreza muchas veces- y se debían dedicar a mis dos hermanos mayores. Viví con temor durante muchos años, temiendo el sonido de una llave en la cerradura que indicaba su vuelta a casa... Este tiempo vivido por mis tres hermanos y yo nos ha marcado como adultos, claro que sí. Tenemos un resquemor constante y que será eterno, ante no sabemos muy bien qué. Ahora miro a mis hijos... y mi felicidad es completa cuando veo lo felices que son como niños, la alegría que derrochan cuando nos ven, a su padre y a mí, la placidez con la que duermen todas las noches. Y dejo mi pasado fuera de casa, que sólo me ha servido para ser más humana, para reconocer el dolor y el temor en los demás y por necesitar ayudar al que lo precisa. Ah, también me ha dado «ese algo» que me impulsó a escribir las primeras líneas de mi primera novela... No todo fue malo.
    Tus palabras te definen, Javier, es parte de tu persona y he de decir, que tu persona me gusta mucho. Eres «esa parte del mundo buena» por la que merece la pena vivir.
    Besos miles

    ResponderEliminar
  5. Duras palabras, Lola. No sé si habrá sido por esa infancia a olvidar o si hubieras llegado a serlo de igual modo, pero hoy en día eres una gran persona que ha obtenido, finalmente, su recompensa. Tener esa vocación de ayuda, esa capacidad de trabajo, ese espíritu emprendedor y, lo que es mejor, esa feliz familia que formas con tu marido y tus hijos, son mucho más de lo que tienen muchas personas criadas en entornos menos inhóspitos. Felicidades por lo que tienes hoy.

    Beso.

    ResponderEliminar
  6. Hola, Javier; hola, Lola.
    He tardado en comentar porque el texto me "superó", Javier, tanto literariamente, por "brusco, brutal, evidente" (no es una crítica negativa, al contrario, le va al tema que ni pintado, tienes ese resorte que te hace saber elegir el tono en el que "hablar", narrar según lo que vayas a tratar...en definitiva y bromeando en lo que puedo, eres un gran proseta), como humanamente , aunque en lo personal debo decir que no me han rozado nunca situaciones así, ni en la vida familiar primera, la con mis padres (mi padre era un padre normal de su época pero sé bien que sólo hasta cierto punto, en los más livianos y tontos, recuerdo bien como, como mi madre volvió a su trabajo (de enfermera por cierto, Lola, :)), y nosotras ya medio mocitas pero aún niñas, él nos peinaba para ir al cole (me recogía la coleta estupendamente, :) por citar una anécdota tonta) sólo hasta cierto punto, ni en la segunda actual con mi marido. Y que lo que trasluciste en tu comentario, Lola, me afectó, por ti, y después por mí, por acordarme de mi padre, que si bien tenía un carácter de dos pares, tan poco tan distinto al mío a cualquiera de sus hijas o su hijo (mis hermanas y hermano), y, por ejemplo, siempre dicho por mi madre y por mi comprobado, jamás supo decir "te quiero", jamás adoptó ese papel patrón del varón machista. Mis hermanas y yo tuvimos mucha suerte, y tal vez hasta cierto punto le decepcionamos, él no distinguía entre hembras y varones a la hora de soñar un futuro para sus hijas, ni sus hijas, sólo que sus hijas, las dos mayores decidieron apostar por lo que socialmente está infravalorado, es decir, arriesgarte en una vida amorosa a pulmón y en las peores condiciones posibles, por lo cual fuimos nosotras las que tuvimos que renunciar a futuros profesionales prometedores: LIBRE ELECCIÓN. Nos dejó eso, la libertad. Creo que mejor herencia imposible.
    Sin embargo sí he visto las consecuencias de la educación machista perpetrada por una mujer en una familia, alguien que dejó de atender a su único hijo varón entre cuatro hembras "no fuera a ser que se volviera mariquita", y creedme que las consecuencias no pudieron ser más horribles, esa falta de cuidado o atención, en ese tipo de personas que confunden el tocino con la velocidad, el cuidado, el mimo, el afecto como propias o tan sólo dables a "féminas".
    En fin, que tu texto Javier se enganchó a resortes personales tal vez por otras vías, pero te aseguro que con tal intensidad que me dejó muda por unos días.
    Educación, tal como tú incides, Javier, tenacísima eliminación de silencios y tabúes, guerra continua a ellos en la medida de mis posibilidades, la única solución para tantísimo descalabro humano que produce la persistencia de una sociedad patriarcal llevada hasta sus últimos extremos, hasta sus malignidades, hasta... La Bestia. Cuando la encuentro, más o menos la detecto aunque sea en lo mínimo a vista de pájaro hasta por este medio, todo se me revienta por dentro, y entonces necesito callar un poco.
    Un beso a ambos, y a ti, Lola, un abrazo aún más fuerte

    ResponderEliminar
  7. SOFÍA, proseta es Javier, cierto, que escribe muy bien... pero tú no te quedas atrás, que me has emocionado con tu escrito, me has hecho contener el aliento y acelerar el corazón.
    Muchas gracias y otro fuerte abrazo para ti. Besos miles

    ResponderEliminar
  8. ¡En menudo fregao me he metido! Resulta que una entrada en la que no tenía puestas demasiadas esperanzas, no porque no estuviera satisfecho de cómo había quedado, sino porque ahora en agosto este país se paraliza incluso a nivel blogs, va y es una de las más densas de mi historia como blogger, y de eso se han encargado mis dos chicas sevillanas (ya, ya sé, Lola, que tú eres madrileña, pero viviendo en Sevilla y llamándote Lola, ¿qué quieres, chiquilla?)

    Sofía, el tema es morrocotudo y yo solo espero no ofender a nadie cuando trato asuntos tan delicados de la forma en que lo hago, pero es mi modo de expresarme literariamente. A lo mejor, en una conversación/discusión personal, soy mucho más directo, políticamente incorrecto e incluso malhablado y, en cambio, no tiene la más mínima trascendencia lo que diga porque el interlocutor también está "caliente" y responde de igual modo, sin tiempo a pensar demasiado ni a madurar la respuesta. Tal vez eso es lo que te ha ocurrido a ti, que no estabas "en directo" y has podido rumiar el contenido. Por cierto, jamás te disculpes por comentar tarde, o nunca, una de mis entradas, que mi premisa esencial en cuanto a las relaciones con los demás, en cualquier ámbito, es la libertad absoluta. Sabes que yo no comento muchos de tus posts porque, o bien me supera tu fertilidad creativa en cuanto a su cantidad, o bien —te lo he confesado muchas veces— me veo incapaz de hacerlo al sentir que no llego (y no hace falta que me respondas a esto de nuevo, que las cosas son como son).

    El asunto de esta entrada que estamos comentando es el pan nuestro de cada día, pero no por ello es menos grave, aunque aquí el que se ha erigido en total —y doloroso— protagonista ha sido el testimonio de Lola. Como tú, Sofía, yo tampoco he tenido en mi familia más inmediata casos que lamentar de este tipo, pero sí en amistades y personas muy allegadas. La única conclusión a la que he llegado, por los sucesos que conozco de primera mano y los que he leído por aquí y por allá, es que los casos de machismo exacerbado, sobre todo cuando interviene la violencia, no solo física, sino también psicológica, nunca tienen final feliz, ni siquiera un poco feliz, sobre todo para las personas que la han padecido. La mejor herencia que te podría haber dejado tu padre, Sofía, es la que te dejó: la LIBERTAD, ¿verdad, Lola?

    Lola, proseta y poeta es un juego de palabras que nos inventamos Sofía y yo hace ya tiempo. Lo de poeta no necesita explicación, porque ella lo es, sin más. Y lo de proseta nace de su opinión de que mi prosa es poética. Pero mi prosa, poética o no, se queda en pañales ante su ímpetu poético, prosaico, personal, vital... Sus opiniones son tan apasionadas que te dejan anonadado, admirado; te sientes pequeño y al mismo tiempo cobijado por ese espíritu lógico/contradictorio/coherente. Sofía es una de esas personas a las que se ha de conocer, sin remedio, sin excusas.

    Sofía, Lola es una de esas personas a las que se ha de conocer, sin remedio, sin excusas. Lola es el ser más consecuente con sus ideas de todos los que pululan por la red, con su coherencia apasionada pero sin vehemencia, aunque ella a veces se acuse de lo contrario (padre, me acuso de haber pecado :)))) Lola escribe muy bien, como tú, como yo, que tampoco hay que pecar de falsa modestia, y es una interlocutora de las que no se encuentran, como tú, como yo, que tampoco hay que pecar de falsa modestia. Y yo tengo la inmensa suerte de teneros a ambas como amigas.

    Os admiro profundamente.

    Beso.

    ResponderEliminar
  9. JAVIER-SOFÍA: Gracias, de corazón... y mis besos a millares que siempre son sinceros.
    Y sí, la libertad es lo mejor que puede tener nadie, lo mejor.
    La admiración es mutua. ;)))

    ResponderEliminar
  10. Chulo , chulo, el nuevo look ¡¡

    Menudas intenciones tiene el Chaval¡¡ Al menos no engaña. Allá ella.
    ;))

    ResponderEliminar
  11. ¡Gracias, Poma!

    Más que intenciones, yo diría que es la profecía de uno más de tantos y tantos casos de mala praxis de pareja, que se seguirán dando debido a las diferencias innatas entre hombres y mujeres y, lo más importante, a la educación recibida. Es un poco aquello de que "Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus" pero que, con una educación adecuada, podrían acercar posiciones y convivir en una estación espacial construida a medio camino, aunque lo que es indudable es que las diferencias seguirán existiendo forever and ever again :S

    ResponderEliminar
  12. Si Sr.Valls, así es. Tal vez los nietos de nuestros hij@s, den con la fórmula para crear esta estación a medio camino. Aunque creo que trogloditas como el del texto y "fabes" como ella, van siendo menos cada día.
    Ah y las diferencías son buenas si son complementarías.

    ResponderEliminar
  13. Sabias palabras, Poma (como siempre, por otra parte).

    ResponderEliminar
  14. Pues voy a ser escueta: no me casaré!

    ResponderEliminar
  15. Pero esto es aplicable a cualquier tipo de relación, Elena, incluso a la de amigos o a la de familia, que siempre te sale alguien rana, así que cásate sin temor :DDD

    Beso.

    ResponderEliminar
  16. Uyyyy... noooooooooooooooo... quita quita, a mí las amistades que me salen ranas o lo que es peor, cucarachas... les abro la puerta... y aire!!!
    (con lo bien que vivo yo... soltera, ;) )

    ResponderEliminar
  17. No sé, las relaciones las carga el diablo pero, aparte de eso, hay tantos condicionantes que hacen que una relación, sea del tipo que sea, salga bien o mal, que es imposible saber si haces lo correcto al continuar con un mal rollo o, por el contrario, no dando una segunda oportunidad.

    ResponderEliminar
  18. Bueno... es cierto que te arriesgas a no dar oportunidades, pero yo por lo menos, doy una, si resulta mal... aire!!!

    ResponderEliminar