jueves, 30 de julio de 2009

Sin pena ni Gloria 2/13

Seguía pintando de vez en cuando y raramente exponía. Se había licenciado summa cum laude en Bellas Artes y siempre pensó dedicarse exclusivamente a la pintura, mas ella le empujó a que obtuviese el doctorado, y más tarde a opositar, “por la seguridad del sueldo, Mateo, que los cuadros igual se venden que no”. Acabó dando clases en la misma facultad donde se había forjado su sueño de ser un gran pintor. Desde entonces, su vida había pasado por todos los matices de gris, aunque sin acercarse demasiado al blanco puro ni al negro absoluto. Eso hubiera supuesto un cambio interesante, aunque fuera para mal, pero hasta en eso era gris. Siempre había pensado que cometió un error acatando la decisión de Gloria, que aquella “seguridad” le quitaba el coraje, la sensación de riesgo, el atrevimiento necesarios para expresarse con valentía en los lienzos. Cuántas veces son las situaciones difíciles, de precariedad, las que ponen a prueba el talento. Ahora era un pintor correcto, comedido, deshonesto. Su obra no tenía alma, ya nacía muerta; quizá en otras circunstancias hubiera conseguido destacar. No obstante, aceptó la situación por amor a Gloria (entonces sí que la amaba, estaba seguro, ¿o no?), mientras se decía “cuando estemos más establecidos dejaré la enseñanza y me consagraré a la pintura”. Eso no llegó nunca, solo era una manera de acallar su conciencia, que se rebelaba ante aquella situación. Situación que se había mantenido y seguía vigente, enquistada. Y él era un artista castrado. No había dado, desde que la conoció, un solo paso que no fuera guiado por Gloria. Era un hombre sometido, un vasallo, y el vasallaje que pagaba, su libre albedrío, su genio creador.

© del texto JAVIER VALLS BORJA
invierno1999

1 comentario:

  1. Definitivamente Gloria es una grande y pesada cadena. Que fastidio!

    Abrazos!!!

    Gracias por tus respuestas en mi post. Me han encantado!!!

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