miércoles, 29 de julio de 2009

Sin pena ni Gloria 1/13

Hacía ya tiempo que la relación entre ambos no era, ni de lejos, aquello que se dice ideal. Sí, se querían ¿o tal vez no? En todo caso, nada que ver con el principio, tan romántico, tan apasionado, tan fresco... No lamentaba la pérdida de la pasión, no; en la evolución de una pareja ésta es sustituida con creces por otras cualidades, como la complicidad o el conocimiento profundo de la otra persona, aunque, ¿habían evolucionado ellos de esa manera? Era la frescura, esa espontaneidad inicial, lo que Mateo echaba de menos. Habían desatendido el amor, o quizá se habían desentendido de él.

Añoraba los primeros tiempos, cuando vivían en aquel piso diminuto y frío que olía a aguarrás y estaba atiborrado de libros y muebles baratos. Ambos estudiaban, trabajaban y llevaban la casa; iban de cráneo, la verdad, aunque siempre encontraban momentos para charlar, para reírse, para ver una película tumbados en el suelo rodeados de cojines, o para hacer el amor sobre ellos. Para esto en concreto, encontraban muchos momentos y, en cambio, ahora... En aquella época solo disponía de un pequeño rincón para pintar, a la escasa luz que entraba desganada por la ventana de la sala, sin embargo, era feliz, porque pintaba lo que le gustaba, lo que le salía de verdad. Y era bueno. Ahora, a través del tiempo, y curado de la ceguera que produce el comienzo del amor (ya se lo decían sus amigos: Mateo, tío, que estás encoñao), acepta que Gloria veía sus obras como el delirio del ingenuo aspirante a pintor, como algo transitorio o caprichoso, no las tomaba en serio. Nunca quiso posar para él, nunca le habla criticado un cuadro, nunca creyó en su arte. En realidad, no creía en ningún arte que se saliera de los tópicos o no fuese una inversión segura.

© del texto JAVIER VALLS BORJA
invierno1999

2 comentarios:

  1. No hay nada más decepcionante como que tu pareja no sea tu fan no.1....

    un abrazo!!

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  2. COMENTARIOS EN FACEBOOK

    Poma Algú R B
    Dicen... que cuando pasa el encoñe* es precisamente lo que nos enamoro, de el/ella, lo primero que nos molesta.
    El 29 de julio de 2009 a las 9:06 ·

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