martes, 21 de julio de 2009

La barca 5/6

Resultaban curiosas las miradas indiferentes de los conductores más madrugadores, y llegó a pasar una patrulla de la policía local que ni siquiera paró. Los más grandes robos se cometen en las narices de los propios custodios. El buen humor aumentaba y el trabajo avanzaba a buen ritmo. Una vez libre, le pasaron unas cinchas por debajo de la quilla y, con sumo cuidado, la pluma la izó, y la barca volvió a la vida: se estaba meciendo de nuevo. Le crujían las tablas de la panza, pero eso quedaría solucionado en cuanto entrara en contacto con el agua. Algo de brea y unas gotas de aceite de linaza también ayudarían. Y unas manos de pintura, claro. Se le ocurrió que parecía una mujer coqueta que estuviese pidiendo a gritos un tratamiento intensivo de belleza para volver a enamorar a su amante. Y él se lo iba a dar, por supuesto que sí; él iba a hacer posible esa reconciliación, al tiempo que se reconciliaría consigo mismo. A cada momento que pasaba iba recuperando su identidad. Había vivido una vida remota, error o no era otra historia, pero sabia que su epicentro había sido fijado allí en el mismo instante de nacer, creándose un vínculo eterno con aquella tierra, con aquella isla, con ese mar.

Acomodada la barca en el remolque iniciaron, en una especie de desfile triunfal, el retorno hacia el mar. Hubo que dar un gran rodeo, ya que no pudieron desarmar el mástil, y se tuvo que elegir un itinerario que estuviera exento de cables aéreos de luz o teléfono. Más de una vez dieron la vuelta, pero no les perturbó en absoluto; aquello era lo más divertido que habían hecho en muchos años. Por fin llegaron a la playa, a su playa; la única playa del pueblo que se había librado de la quema urbanística, en parte por ser de guijarros y en parte porque nunca quiso vender la casa en la que había nacido y que, mal que bien, todavía se mantenía en pie.

Entre gritos amistosos y órdenes contradictorias, y debidamente falcada con cuñas para que no escorase, la barca quedó de nuevo en el lugar que le correspondía, varada en la cala que la vio nacer, y desde donde, afortunadamente, no se divisaba el puerto deportivo ni los apartamentos de la playa grande. Aquello había sido el inicio de una fiesta a la que se fueron uniendo las mujeres, los hijos y los nietos de sus amigos, y se mezclaron las risas con comida, la música con el vino, el baile con la espuma del mar... Afloraron recuerdos, buenos y malos, lloraron a los que ya no estaban, y celebraron estar vivos. Y se puso el sol, y se acabó el vino, y enmudeció la música, y se fueron todos, y se quedó a solas con su playa, con su barca, con su mar.

© del texto JAVIER VALLS BORJA
verano 1998

2 comentarios:

  1. me encanta la playa, los amigos, el vino con música. me ha encantado esta parte del post porque tiene todo lo que me gusta en la vida....

    saludos!!!

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  2. COMENTARIOS EN FACEBOOK

    Luis Vaquero
    realmente estupendo, Javier, las cinco partes. felicidades.
    El 21 de julio de 2009 a las 23:02 ·

    Javier Valls Borja
    Gracias, Luis, espero no defraudar con el final.
    El 21 de julio de 2009 a las 23:05 ·

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